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lunes, 14 de febrero de 2011


La Policía se reúne con Alí para exigirle que legalice a sus escoltas

Comillas puede convertirse en el primer destino de parte de los 100 millones de euros que Alí Syed se ha comprometido a invertir en Cantabria a «corto plazo», al margen del dinero que destine en el Racing. El presidente del Gobierno regional, Miguel Ángel Revilla, aseguró ayer que el magnate indio se ha interesado mucho por el proyecto que desarrolla la Fundación Comillas de enseñanza, investigación y difusión del español y del hispanismo. Por eso, el propio Revilla se ha postulado como su guía particular y enseñarle Comillas «de abajo a arriba» cuando el nuevo propietario del Racing regrese a Cantabria la semana que viene.
El presidente cántabro considera «extraordinaria» la posibilidad de que, gracias a Alí, el mercado de la India se abra para el Campus Comillas.
Revilla también destacó que el Gobierno regional ya está trabajando para presentarle al empresario indio proyectos que puedan ser de su interés para invertir en la comunidad autónoma, en la que, según anunció, va a instalar también una sucursal de una de sus empresas. «Ya estamos en ello», afirmó el jefe del Ejecutivo.
«Miel sobre hojuelas»
Para el consejero de Cultura y Deporte, Javier López Marcano, los cien millones de Alí hablan de su «deseo de integración plena en el tejido productivo, social y deportivo de la región».
El consejero valoró como «muy positiva» la propuesta del empresario, pues «cualquier inversor que viene a Cantabria es bien recibido, y si utiliza como bandera el deporte, pues miel sobre hojuelas». Su apuesta «dice mucho de él, de sus afanes y sus ganas».
A su juicio, el anuncio de Alí «deja abierta una puerta» para buscar «nuevos mercados y contactos que pueden ser emergentes y que hoy nos parecen muy alejados».
El nuevo propietario del Racing, el indio Alí Syed, ya no tiene un cheque en blanco para rodearse de una seguridad que se ha saltado todo tipo de normas desde el primer día que aterrizó con su avión privado en Parayas. La impunidad con la que hasta ahora actuaban sus escoltas se difuminó tras los sucesos que tuvieron lugar en las puertas del estadio antes y después del partido contra el Sevilla del pasado sábado. El enfrentamiento con agentes de la Policía Nacional, que se saldó con su jefe de seguridad, el italiano Claudio Loiodice, detenido por un presunto delito de resistencia a la autoridad y lesiones a un agente, desembocó en un órdago de Alí, que amenazó con deshacer toda la operación de compra del club, y finalmente en buenas palabras y promesas de adaptarse a la legislación española a partir de ahora.
Alí tenía pensado volar el domingo por la tarde a Zurich, donde tiene una residencia, pero ayer por la mañana su avión privado seguía en Parayas. El magnate indio tenía dos razones para retrasar su viaje: una reunión con los mandos policiales y la obligada asistencia de Loiodice a los juzgados para responder por lo ocurrido el sábado por la noche.
El nuevo propietario del Racing cambió ayer por la mañana los despachos de Peña Herbosa, donde el domingo anunció 100 millones de euros en Cantabria delante del presidente regional, Miguel Ángel Revilla, por las oficinas del estadio. Hasta allí se trasladaron mandos de la Policía Nacional de Cantabria para exigirle que legalice a su cuerpo de seguridad y mostrarle los pasos que debe seguir para hacerlo, extremos que Alí se mostró dispuesto a cumplir, según explicaron desde el club.
La Ley sobre Protección de la Seguridad Privada de 1992 es la que marca todos los límites y pasos que deben cumplir en España las personas que trabajen como escoltas. El círculo de confianza de Alí no cumplía ninguna, según fuentes expertas en seguridad.
Sin pistolas
Las normas son las mismas para cualquier persona, española o extranjera, que quiera contar con un servicio de escoltas. En primer lugar, debe notificarlo a Delegación del Gobierno y concretar las razones y las tareas que desempeñarán -desactivación de explosivos, protección de personas...-. Una vez se tenga el visto bueno, esta persona deberá contratar a los profesionales en una empresa de seguridad española que cuente con la homologación del Ministerio de Interior, según informaron desde las agencias de seguridad consultadas. Estos especialistas, con nacionalidad española o de la Unión Europea, tendrán que tener el título del país de vigilante jurado y la especialización en escolta, además del visado de la Policía Nacional.
Alí se trajo a su propio cuerpo de seguridad desde el extranjero sin solicitar ningún permiso para que ejercieran esa labor. Ninguno de ellos portaba armas de fuego, cuando en España todos los que ejercen esta profesión llevan una pistola 9 milímetros para poder proteger al VIP. «Puede traerse al personal de confianza que quiera, pero sólo podrán protegerlo como si fueran sus amigos, no con la libertad de un profesional», aseguraron a este periódico fuentes expertas en seguridad.
Pero ha sido su ostentosa forma de actuar desde que pisaron por primera vez Cantabria lo que más ha indignado a los ciudadanos y también a las empresas de seguridad privada. Según ha podido saber este periódico, éstas últimas han formulado alguna queja a la Policía por los estrictos requisitos que se las piden para trabajar y la manga ancha con la que lo hacen los escoltas de Alí.

Saltarse semáforos en rojo, no respetar los límites de velocidad y aparcar en medio de la carretera o sobre la acera son sólo algunas de las estridencias con las que ha actuado la comitiva de Mercedes blancos del propietario del Racing. Motivos por los que también han recibido un toque de atención desde el Ayuntamiento de Santander.
En una entrevista concedida ayer a la agencia EFE, el empresario indio aseguró, sin embargo que «nunca ha habido» problemas con la Policía Nacional. «He agradecido personalmente a los responsables de la Policía el trabajo fantástico que hacen para ofrecer seguridad a los aficionados antes, durante y después de los partidos. Respaldo totalmente su trabajo», dijo.
Estos hechos también tuvieron tuvieron réplica en el presidente cántabro, quien recordó que «España es un estado de derecho en el que la Policía tiene su papel», y se mostró seguro de que el incidente ya está «zanjado» y el comportamiento de la seguridad del empresario indio será acorde con las normas y usos del país.
Revilla espera que en tras la reunión de ayer haya quedado «aclarado todo», y subrayó que es importante que se advierta a las personas que acompañan al nuevo dueño del Racing de Santander de la legislación española.
El lunes, juicio
El desenlace de esta historia comenzó a escribirse con la llegada del séquito de Syed a El Sardinero el pasado sábado por la noche, pocos minutos antes de comenzar el partido contra el Sevilla. La Policía Nacional identificó a los siete miembros del equipo de seguridad del indio. Tres de ellos son españoles y pertenecen a una agencia de seguridad privada. Los otros cuatro, de nacionalidad extranjera, fueron retenidos por «intrusismo» ya que no forman parte de ninguna empresa del sector y ejercían como tal.
Todo pareció quedarse en eso hasta que, al final del partido, los agentes y los escoltas volvieron a encontrarse. En ese momento, se produjo un forcejeo que terminó con Claudio Loiodice esposado y conducido a Comisaría por presuntas lesiones a un agente y resistencia a la autoridad. Toda la escena se desarrolló delante de un gran número de aficionados del Racing.
El escolta asistió ayer al mediodía a la comparecencia previa del juicio rápido por estos hechos. Loiodice rechazó los cargos del Ministerio Fiscal, por lo que el próximo lunes se celebrará un juicio rápido en el Juzgado de lo Penal número 2 de Santander. Existen precedentes de casos con cargos similares en los que el acusado fue condenado a un año de cárcel y una multa.